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martes, 21 de enero de 2014

De Muncho Lake a Edmonton

 

Terminé de escribir la última entrada del Blog en aquél motel de carretera de Muncho Lake, la tablet sonó. Un mensaje. Era mi amigo Victor. En el momento que alcé la mano para recoger el artilugio, vi una revista que antes no había visto. Estaba entre montañas, quizás y según otros viajeros, de las más maravillosas del mundo, donde los animales son libres y los ríos preciosos y brillantes collares que lucen las señoras montañas. ¿Que hacía esa revista en la habitación número 4? El número 4. El numero de la casa que me vio crecer y nunca madurar. En un lugar como aquel, lo normal es que hubiese una revista de caza, de coches, de pick up. Lo normal hubiese sido que la revista tuviese como mucho un par de meses. Quizás un año. Pero no.

 

En la portada "El Monstruo de Jaw" Una ola gigante que me tuvo obsesionado en mi juventud. Una ola que si no recuerdo mal, aparece cada 30 años. Al mirar la fecha de la revista, esta era de 1998. ¿Por qué? Allí en medio de aquellas montañas, lejos de la costa, en la habitación 4, de un motel de carretera, mirándome a la cara esa revista, la cual fue impresa cuando yo tenía 18 años y soñaba con luchar contra el monstruo de Jaw algún día. ¿Causalidad? ¿Casualidad? O quizás mi verdadero monstruo eran esas montañas a las que me enfrentaba había empezado a enfrentar días antes. No lo sé. Quizás nunca sepa el significado, porque quizás no lo tenga. O sí. O incluso lo sé.

 

El día llegó alegre y luminoso, con temperaturas por encima de cero. Sólo tenía que hacer unos 280 kms hasta Fort Nelson, eso sí... entre gigantes montañas y un asfalto que estaba por definir. Con la subida de las temperaturas, el hielo llora y es destrozado por el paso de los camiones, dejando la belleza en tristeza. Esa tos. Esa tos nerviosa como cada mañana me volvió a recordar que era humano. "Atención" Y estuve de acuerdo. No paraba de sonreir y sabía que sería un día productivo aunque ya por la mañana no encontraba los guantes, que llevo dentro de los guantes. Así que me puse los grandes directamente y empecé a rodar.

 

El asfalto era un patatal y las montañas el Monstruo de Jaw. Una belleza a la cual no podía mostrarle mucha atención porque todos mis sentidos se encontraban a 30 metros al frente y de repente. Asfalto. Negro asfalto. Limpio y brillante por las últimas lágrimas del hielo... y abrí gas. Las montañas me envolvieron, el suelo era fiable. El paisaje. Los arboles se habían sacudido la noche anterior como un perro después de su ducha mostrando su color original. Un paisaje lleno de vida y un rio, que las altas temperaturas deja libre para que descienda portando con él algún que otro trozo de hielo que no se quiere rendir. Una curva y una recta. Sin frío... pero no duró. En la distancia vi que lo negro iba a terminar, me percaté que tampoco me sería posible frenar a tiempo... bajé dos marchas y toqué un poco ambos frenos, pero no fue suficiente. Entré en aquel patatal resbaladizo y lentamente abrí gas... salvé. Y ya me lo habían dicho antes... "Atento"

 

Atento y feliz llegué a Fort Nelson. Llegué a una gasolinera, paré la moto, llené el tanque y pregunté por un camping. Estaba a 2 kilómetros de por donde había venido. Fui a arrancar la moto... y esta no hizo ni "mu" No me lo podía creer o no me lo quería creer. Me ayudaron a empujar la moto y fui al camping. Ya había estado allí antes. Dormimos allí en mi último paso por aquella ciudad. Era muy diferente. La sensación de lugar abandonado era imposible de quitarla de la cabeza. Los arboles de hoja caduca habían perdido su frondosidad y se habían vuelto oscuros. La nieve y la hora los hacían más negros aún. Mil recuerdos vinieron a mi memoria. La tienda de campaña, comida del súper y 4 litros de vino que nos regalaron los vecinos sorprendidos al saber de nuestra ruta. Pero ahora aquello estaba en silencio. Sin niños corriendo ni desfiles en el baño. Por no haber no había ni mosquitos, ni bar, ni restaurante. Demasiados recuerdos. La moto no la pude parar, pero tampoco la podía oír. Aquel lugar me estaba haciendo daño. Bajé la cuesta que ahora era de hielo y aparqué frente a la puerta. Había gente dentro. Llamé y me invitaron a pasar. Les pregunté que si podía acampar y sorprendidos me dijeron que sí, el problema era la moto a la mañana siguiente... aquel lugar era horrible para empujar la moto por la mañana y también lo era para matar fantasmas. Una vez más huí.

 

Volví a la gasolinera. Le pregunté por el motel más barato de la ciudad y era justo el que se encontraba a las espaldas. El simpático hombre me preguntó por mi aventura y charlamos un rato. Un tipo genial. Saqué una de mis fotos y se la regalé, me pidió que se la firmara... al preguntarle el nombre, no lo entendí... la segunda vez tampoco, solo era capaz de oír "Wari" Para pasar el apuro le pregunté que si le podía poner Paco, que era más fácil para mí. Me lo deletreó y si no recuerdo mal, su nombre era Barrie. Fui al Motel que lo regentaba un chino. Lo recordé. Unos 55 Euros la habitación. Aquello me acortaba el presupuesto que ya de por sí estaba anémico, pero algo me susurró que me quedara. La moto estaba muerta. Totalmente muerta y sabía que aunque estuviese en un lugar cálido, que aquel no sería, esa moto no volvería a rugir a la mañana siguiente por mucho que la cargara. El problema era otro. No sabía cual, pero era otro diferente al frío ya que antes de llegar a Fort Nelson, me había dejado tirado en medio de la nada sin haber utilizado el traje.

 

Estaba en la habitación pensando. Aproveché para mandar solicitudes de sofá en Couchsurfing para Edmonton. La moto estaba en la puerta enchufada al cargador de batería. De nuevo esa voz interior que cuanto más viajas más audible es y tanto echas de menos en la monotonía de una vida confortable y diaria. Aun no sé si es de hombre o mujer, pero la puedo oír. "Ve a la gasolinera" Iba a coger la cámara, pero me dije que no. Cerré la puerta y me fui. Barrie me observó sin atuendos de un extraño motorista, los cuales son de un trabajador con un casco de moto de nieve, pero me reconoció. Le pregunté que si sabía donde podía guardar la moto ya que en la noche se preveían temperaturas de -11Cº. Llamo al Jefe pero fue en vano. Había comida en el posible lugar, volviéndolo imposible. Llamó a otro amigo, pero la tercera llamada fue la certera.

 

Kevin vino en el coche con su esposa. Llevé empujando la moto desde el motel a la gasolinera y a empujones la volvimos a arrancar. Creo que tengo grabada a mas de 10 personas que han empujado esa moto. Lo seguí y la metimos en su garage. No era cálido, me advirtió, pero mejor que en la calle, contesté.

 

A la mañana siguiente y después de pasar una noche jugando al trompo con mi cerebro, vinieron a por mi. Fuimos al garage, intentamos arrancar la moto, pero esta no hizo ni tan siquiera el amago. No me lo podía creer aunque ya lo había intuido antes. "Vamos a "Noric metalic" o algo así. Aquello me sonaba. Había estado allí en la primera panamericana y el dueño me ayudo a arreglar el freno. Intentamos arrancarla pero fue en vano, así que me empecé a empujar a una Chilitrini cansada de tanto trote. De repente y por sorpresa, veo por el reflejo de los espejos destellos azules y rojos. Era la policía. Paró su gran pick up tras de mi y me hizo viejo. Un Joven policía bajó del coche. Al ver su edad y su inocente cara le perdí el respeto por muy limpio que llevase el uniforme. Espero que no sea por exceso de velocidad, pensé. Puse la pata de cabra y lo miré sonriente... era la Policía y la policía viene del latín "Polis" Ciudad... personas que cuidan de la ciudadanía, de la ciudad... Quizás viene y me dice que gustosamente, meterá la moto dentro de la pick up y me llevará donde yo necesite... pero no fue exactamente así "No puedes empujar la moto por la carretera" A lo que directamente contesté... "Me encantaría volar, pero no puedo" Kevin vino al rescate y le explicó. "Entonces que la empuje por al acera" Mi ingles es una mierda y creí que no traduje bien. "¿Acera?" Miré a donde supuestamente había una acera y lo que había era un montón de nieve. Le iba a decir que la fuese limpiando mientras yo pasaba... pero dejé a Kevin que arreglara aquella cómica situación. Lógicamente el joven policía, persona antes que nada, estaba curioseando. Por mi parte, me dio un ataque de risa. Tenía los dedos dormidos mientras empujaba la moto con aquel fresquito y cien chistes sobre volaron mi cabeza.

 

Llegamos al taller y reconocí al chico pero el a mi no. Era el jefe con quien trate realmente la primera vez pero no se encontraba. Era sábado. Hicieron una carga de batería, arreglaron de una manera curiosa la suspensión delantera, con un papel, y no me cobraron nada. Alucinaban con el viaje que traía entre manos.

 

Kevin me dijo que si quería, ya que entre una cosa y otra llegó la una del medio día, me quedara en su casa a dormir y acepté sin pensármelo y eternamente agradecido. Su amable mujer, Pearl trajo comida y compartimos mesa y mantel. Pasamos la tarde viendo Titanic y un par de películas más. Había una Guitarra por allí, una Fender. Ella era la músico. Antaño, había compartido escenario con una gran Banda Canadiense.

 

Barrel y su chica, llegaron a la casa y estuvimos riéndonos un buen rato, contando batallas de mis viajes y ellos de sus vidas. Barrel, aquel tipo de barba blanca, manos tatuadas, ojos azules y risa contagiosa... había escrito unas 150 canciones para su banda... también era músico y su arte había llegado a rincones como Japón.

 

Llegó la mañana y con ella había que partir dirección Fort ST John. Kevin me regaló un llavero, unos guantes y sin darse cuenta su amistad. A Pearl le pasé el video de los Bufalos para que lo pudiese disfrutar cada vez que quisiera.

 

Arranqué la moto les dije adiós desde la incomodidad de mi montura y marché. Me habían tratado como a un hijo. Esas dos personas habían recogido un extraño de una gasolinera para meterlo en la intimidad de su casa. Estaba emocionado una vez más. Lo sé... pero quizás, nunca se sabe, a estas personas no las vuelvas a ver en mi vida. Es la parte más triste de viajar... las despedidas y son demasiada continuas y en mi caso, nunca me acostumbro a ellas.

 

La carretera se hizo negra y lo hizo para siempre. La carretera se amplió y la llanura con ella. Solo subí un poco pero nada de lo anterior. La velocidad controlada. . El sonido del viento que intenta inmiscuirse en el interior del casco como un niño pequeño que grita mientras sus padres debaten en tensión. Libertad. Las revoluciones a cuatro mil. Una moto. Tu y tu moto. Calor por dentro y frío fuera.... y así pasaron lo kilómetros tan rápidos... que decidí continuar. Necesitaba más y más. La suspensión saltaba, pero me daba igual porque la había controlado antes y ahora... solo era una recta infinita.

 

Llegué a Grande Prairie. Había hecho mucho más kilómetros de los que tenía pensado hacer, a la mañana siguiente solo tendría que hacer unos 480 kms y estaría en Edmonton, sin lugar definitivo aún pero me habían aceptado en algunas casas. La moto, definitivamente no volvería a encender por la mañana. No arrancaba. En el trayecto, paré en una gasolinera cuyo suelo era de hielo. La paré y no volvió vivir. Al empujarla para intentar arrancarla resbalé y la moto me cayó encima, retorciéndome mi rodilla derecha sin mayores consecuencia ya que directamente me puse hielo. (Cuñita de humor)

 

Tenía unos 200 Dólares, la moto debía dormir encerrada y hacerlo en el Bosque era una jilipollez de gran envergadura. Busqué el motel más barato de la ciudad y casualmente solo tenía una planta y casualmente estaba en la ruta y casualmente metí la moto en la habitación ayudado por un señor que me regaló unos lindos espaguetis, los cual cociné con mi súper cocina de explorador de los cojones y no me puse a cavar con la pala en medio del salón porque ya la había utilizado para hacer el iglú..

 

Sabía que por mucho cargador que pusiera, no cargaría, pero lo intenté en vano. Como un adolescente que vuelve a casa después de una larga noche de fiesta y drogas abrí la puerta por si habría algún testigo que me viese sacar la moto... y si que había. El jefe en el cristal, las de la limpieza y un cuervo que miraba desde uno de los tejados. Esperé el mejor momento para sacarla pero este nunca llegó ya que la moto no es precisamente un pokemon o una piedrecita en el zapato. No había nadie fuera y cuando estaba media moto fuera y yo maniobrando en la estrechez de la puerta para no arañar nada, salieron de limpiar un cuarto pillándome de lleno mientras el jefe miraba desde la cristalera con los brazos en jarra. "Good morning cabesa, good morning" y un par de sonrisitas en modo de bálsamo. ¿Has metido la moto dentro de la habítación? me pregunta la limpiadora mientras la rueda delantera se encontraba dentro y la trasera fuera... "Noooooooo!!!" Respondí "Esta es la nueva aspiradora" mientras meneaba la moto adelante y atrás haciendo el ruido con la boca. Ya me habían pillado y ya me daba igual... pero no... ya que tenían 100 Dólares de los 140 que me quedaban como depósito. La chica se acercó sonriente y vio que había colocado el plástico azul que llevo conmigo en el suelo para no manchar y que todo estaba perfecto. Intenté arrancar la moto a empujones pero fue inútil. Vi un chico y le pedí que me empujara y gracias a haber metido la moto la noche anterior en la habitación y al empujón... está arrancó. Monté las cosas y marché dirección Edmonton.

 

Llegué, tieso pero llegué. No me lo creía. Lo había conseguido después de tanto empujar la moto. Tenía un par de teléfonos y una idea mejor, quizás la más loca, pero era la que me susurraron. Busqué directamente un taller. Después de varias preguntas y tendiendo en cuenta que la ciudad, si he entendido bien tiene unos 9 millones de habitantes, como se dice en Cádiz... fue un Bastinazo encontrar la tienda tan rápido. Al entrar en la tienda la gente me miraba raro. ¿Será el casco? ¿El pelo? ¿La ropa en sí? No... Había llegado en moto. Les expliqué mi viaje pero no el dinero. Les dije que si podía dejar la moto al menos allí y que volvería cuando estuviese lista... pero mi sorpresa fue que a 20 minutos de cerrar, decidiesen meterle mano. "Mierda" No tenía dinero para pagar la cuenta. Sacaron la batería y comprobaron todo. Era algo nuevo. Era en lo que mi extensa literatura mecánica se denomina... "Un cacharro ajín, como cuadrao que parece una parrilla pero en chiquitito que está abajo der sillón y que es argo de electicidad como que regula ajín. ¿Sabeloquetedigo? po eso" El caso es que cuesta unos 170 Dólares. El chico fue a ver si lo tenía en Stock y yo crucé los dedos para que no fuese así. Ellos querían ser rápidos y eficaces para complacer a este triste viajero, lleno de mierda y con dos cebollas por sobacos el cual lleva desde fin de año con esos calzoncillos rojos erosionado a peos, con la esperanza de que algún día le de suerte. "Yes, i,am picha from Cadiz" Y la pieza no la tenían. ¿Tienes dónde dormir? Tengo un par de teléfonos. Ellos llamaron, uno no podía y el otro solo podía responder a mensajes porque se encontraba en el trabajo. Mark accedió, pero cuando mandó el mensaje ya estábamos en el coche dirección a cualquier lado charlando de divorcios, mujeres, que es realmente un problema y si la abuela fuma. Ya sabéis, cosas de hombres. El caso, que este chico, me ha dejado en un hotel cerca de su casa. "No te preocupes, yo pago el Hotel" ¿Dinero? No acepto dinero de gente, le expliqué. Es mi primera norma en los viajes.

Este hombre me has lavado hoy Mil Gracias

 

Y aquí estoy... de nuevo en un hotel y pensando como cojones voy a pagar 170 Dólares mañana, si llega la pieza... que ojalá no llegue hasta el día 27. Mañana y pasado por lo menos lo tengo arreglado con Mark, el siguiente puede que tambien y a partir del 23 también con otro Couchsurfer. Me siento feliz de haber llegado hasta Edmonton, que no es lo mismo ser de Edmonton que "Del monton" Poco a poco y con la sensación de que lo más bello a pasado... seguiremos con esta aventura.

Muchas gracias por estar ahí... SOIS MI GASOLINA!!!

 

4 comentarios:

  1. Que enganche tengo Fernandito, parece que en ocasiones te estoy viendo con tu risa nerviosa jajajaja.

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  2. Lo mismo por aquí! es la primera vez que 'viajo' contigo (aunque tu dirás sí, sí, ven aquí para que sepas lo que es). Es inspirador recorrer el camino y leer tus progresos kilómetro a kilómetro. Abrazo!

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  3. .
    Muy muuuy buena la crónica jajajajajaaaa...

    ... una experiencia única, mucha suerte compañero!

    - LULO -

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  4. Qué peligro descubrir este blog… si ya he hecho una locurilla motera antes de verlo, ahora mismo tengo la cabecita un poco revolucionada… jajaja!!! Ala!!! A disfrutar rodando!!!

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