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jueves, 16 de enero de 2014

De Teslin a Muncho Lake

De Teslin salí dirección Watson Lake. Hacía frio, pero la moto encendió a la primera creando mi tranquilidad y la confianza en la misma. No eran demasiados kilómetros, 260 pero se hicieron eternos. Nevaba y a veces lo hacía acompañado de un viento bipolar. Su ira intentaba expulsarme de una carretera de la cual sólo él podía ser el dueño. Frías serpientes albinas reptaban por la carretera a mandos del aquel frío invisible. Todo parecía funcionar, menos mis manos. El no poder usar los puños calefactables hacía que cada kilómetro recorrido fuera una victoria. Cada vez había más y más nieve dándole voz a mi muda suspensión central, la cual hacía de mi moto, la imitación de un tío vivo, en los railes de una montaña rusa. Tenía que parar. Las manos me dolía y el dolor es una señal... mientras duelan, todo va bien, el problema es lo que ocurrió más adelante... dejé de sentirlas.

El paisaje real no puedo describirlo. No existía aquel frío día de invierno. Niebla, nieve y mas nieve otra vez. La carretera se perdió como lo hizo el primer día de mi viaje, pero ahora no tenía suspensión. Aquellos 260 kilómetros, en tiempo, fueron unas 8 horas. Busqué un camping en Watson Lake, pero ninguno estaba abierto. Fui a preguntar a la policía, pero los domingos no abrían. Tal cual lo cuento. Había un teléfono en la puerta con un listado de números por si alguien necesitaba algo o tenía alguna emergencia. Era de noche y me dije; Lo que me ahorré ayer lo gasto hoy... estaba reventado.

Pregunté en uno y cual fue mi sorpresa, que sólo costaba 67 Dólares Canadienses, unos 40€ calculados con las ganas de que no sea más. No tenían garage. Y desgraciadamente, al parar la moto... ya no quiso arrancar más. Psicológicamente de destruyó. De nuevo los problemas por el maldito frío o a saber qué. Nadie tenía la culpa de ello, no pude comprar una batería nueva en Whitehorse ni una suspensión nueva por falta de dinero. Quizás los que dijeron que en esas condiciones jamás llegaría, estaban ganando una partida dentro de mi cabeza. Metí las cosas en la habitación del hostal Andrea. "Ya se te ocurrirá algo" me susurró. Sonreí. Dejé la moto cargando la batería y bajé, ya duchado a las 3 horas.

La moto no hizo ni el amago de arrancar. estaba claro que el cargador no ejercía como tal a esas bajas temperaturas que tampoco eran escandalosas, -20 Cº. Me subí a la habitación mientras pensaba en un plan. Sobre las 23:30 bajé a la recepción y ya habían cambiado el turno. Había un señor mayor, con gafas de pasta y piel blanquecina. Bastante mayor. Hablé con el y le pedí que por favor tuviese la amabilidad de dejarme meter la moto dentro y que a la hora que el quisiera, yo bajaba a sacarla. Accedió y mi felicidad con él. Mil veces les di las gracias sin saber aún, si la moto arrancaría o no a la mañana siguiente. Metí la moto y a las 5 de la mañana sonó el teléfono, transformando un día de viaje a uno laboral. Me retumbó el celebro, me dijo a las 6, pero una hora antes ya llamaba el señor. Quizás y no me extraña, se estaba jugando el trabajo y no eran edades para eso. La sacamos... y la moto rugió como si fuese nueva a mis oídos a lata vieja para el anciano.

Yo había dormido 4 horas y estaba muerto. El tiempo amenazaba nevada y de nuevo aquel susurro. "Quedate" Justo en ese momento, mientras me debatía entre el pronóstico del tiempo, que hacer con la moto y el dinero... llegó Rick... Lo había conocido el día antes. ¿Vas a salir con este tiempo? No lo sé... el problema es que hago con la moto...¿Sígueme? y eso hice. A un Kilómetro estaba su garage. Dejamos la moto en un lugar seguro y lo más importante... cálido, recibiendo energía en aquella batería.


Aquello se convirtió en una pequeña revolución en el pueblo. "The Crazy Biker" "Hardcore Biker" eran algunas de las maneras de identificar a ese español que paseaba por la única calle de la ciudad hablándole gilipolleces a una pequeña cámara que siempre llevaba con él.

Entraba en el único supermercado para tomar un café y así disfrutar del pequeño paseo desde el Hotel o Motel, que aún no tengo claro que es lo que era.

Me enseñaron curiosidades como que una mujer, si quería ir a una peluquería para hacerse algo especial en el pelo, tenían que viajar a Whitehorse, que ese encontraba a cerca de 450 kilómetros.

Tenía ganas de moverme. Muchas y es que el peor de mis enemigos es lidiar conmigo mismo demasiado tiempo en un lugar concreto, matando fantasmas del pasado y con esa depresión que de por sí las escasas horas de luz provoca inevitablemente.

Quería huir de allí lo antes posible pero el siguiente día no sería mejor respecto a la climatología. El susurro volvió... "lo sé, pero espera y vuelve a aprender" y eso hice... y menos mal, la carretera se encontraba en tan mal estado, que algunos coche tuvieron que volverse.

Llegó el día de partir después de mi acomodación en el Andrea. Me levanté muy temprano y fui por la moto al garage caminando antes de que el Sol fuese testigo de ello. Arrancó sin problemas volví al hotel y rápidamente lo preparé todo. Destino Muncho Like a unos 280 kms pero la carretera por lo visto, era aún peor que lo acontecido.

Zona montañosa con tramos con demasiada nieve y una moto que no se dejaba domesticar. Loca a veces pegando cabezazos y coletazos. No nevaba ni hacía mucho frío. Nada de frío realmente. Fue maravilloso. Los búfalos corrían junto a mi haciendo que todo sufrimiento quedara olvidado. Que aquellos fantasmas se quedaran en la habitación del Andrea y con una sensación de felicidad que hacía tiempo que no sentía. Reía. Y esa presión bajo la mandíbula justo bajo las muelas del juicio haciéndome explotar de emoción. Ojalá este video os acerque a lo que sentí. Fue increíble.

 

En Muncho Lake hay dos hoteles abiertos en invierno, viniendo desde Watson Lake hay uno muy grande a la izquierda y un poco mas adelante, pasando el congelado lago, está el Jack´s Place. El primero, 160 Dolares... imposible en mi viaje y el otro 106 Dólares, que tambien es imposible en mi viaje. Así que le pregunté al chico del Jack´s Palace que si podía poner la tienda de campaña, después de 3 dias pagando... las cuentas no salían, aunque las cuentas no salían desde que salí de España.

Me dejó poner la tienda de campaña detrás del motel junto a unos pinos cuya nieve le había tapado los zapatos y quizás hasta la parte baja de una invisible corbata. Había un surco creado por una máquina quitanieves, creando un carril inútil a la la nada. Saqué la pala y fue inútil... una base de hielo impediría clavar las piquetas de la tienda. Aproveché la altura del surco para hacerme un pequeño iglú, sabiendo gracias a mi amigo El Jason de Fairbanks, que la nieve es aislante. Cavé y lo más profundo lo hice con mis propios pies. Coloqué el plástico aislante en el suelo y la misma nieve que caía encima de el, me facilitaba para sacarla al exterior. Y allí dormí.

 

La luna estaba de nueve meses y la noche blanca. El viento soplaba con fuerza haciendo los arboles silbar mientras un extraño silencio con forma de aguja señalaba un punto concreto y claro, en el interior de mi cabeza. Respiro. Estoy cansado sin saber realmente de qué. Por mi cabeza pasan todos esos comentarios de extraños camioneros. "Nunca he visto nada igual" "lo que estas haciendo, es muy grande" "increíble" dice el que me ve "imposible" el que apuesta desde la distancia. "Lo estoy haciendo" me digo yo encerrado en aquel pequeño iglú que acabó de construir. "¿Por qué?" Esos mensajes privados y públicos que llegan desde la magia de internet dándome las gracias por compartir mi viaje. No puedo evitar emocionarme una vez más. "Bendita locura" dicen unos, loco de mierda callarán otros. ¿Es importante llegar? Ahora más que nunca creo que sí. ¿Por qué? Porque aún no he encontrado lo que busco. ¿Qué buscas?... Y me quedé dormido, mientras aquella luna de nueve meses observaba a eso loco dormir mientras los árboles silbaban una melodía inexistente.

 

Al siguiente día empezó a llover. En el comedor me invitaban a desayunar. "Apreció lo que haces" Lo agradecí. Les conté mi historia reconociendo con cierto dolor, pero ya aceptando, que la vuelta fue con una ex. Siempre la misma broma "Demasiado tiempo juntos ¿No?" A lo que sonrió para evitar explicaciones para quitarle la razón. Nunca fue demasiado y total... Ya pasó.

"Y ahora Alaska New York en invierno" Conversación zanjada.

La lluvia no iba a cesar, la temperatura subió a 7 grados y dormir en un iglú sería como dormir en una piscina helada. Las carreteras se vuelven intransitables y resbaladizas mientras esas gotas se solidificarían en el casco prácticamente al contacto con el mismo. Pague la habitación número 4 y aquí me encuentro. Escribiendo estas estúpidas letras que a veces carecen de sentido. Compartiendo o quizás desahogando lo ahogado. Buscando lo que la luna sabe y que aún no encuentro.

 

Una cosa más. SOIS MI GASOLINA

 

5 comentarios:

  1. Y otra vez lo vuelves a conseguir. Ya has vuelto a hacernos soñar. Espectacular ese vídeo rodando con los búfalos. Qué grande! ! Otro cálido abrazo desde Zaragoza
    Eduardo

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  2. Desde que te leo, Búfalo, lo de las katanas y esto de dormir en el iglú puede que sea lo que más flipado me haya dejado de todo. Más de uno habría(mos?) tenido una crisis de ansiedad sin dinero y teniendo que dormir a esas temperaturas en la nieve, tú haces un puto iglú... y hasta el día siguiente. :o

    Por cierto que estaría de puta madre que nos enseñaras el vídeo del iglú desde dentro, seguro que las fotos que has puesto no le hacen justicia.

    Bueno, pues a cuidarse mucho, maquinón.

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  3. Cada día nos vuelves a sorprender, esta vez con el IGLÚ. Eres un Crack.
    Cuídate y que siga la aventura.

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  4. Illoooo, ten cuidaoooo. Que el iglu aisla del frio si está cerrao pishita!!! Vaya aventuron, poco quedará ya del Fernandito aquel que se creia que una aventura era irse con un corsa lleno tablas a Portugal. Un abrazo de los tres cordobitas. Fdo: Perigo Danger.

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  5. Ánimo niño. eres increíble...

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