SITUATION IN LIVE

jueves, 23 de enero de 2014

Edmonton una pieza y una bandera.

Pensé y pensé como iba sobrevivir durante algo más de una semana; Sin casa y con muy poco dinero sería muy difícil y con el importante handicap, que la moto estaba en un taller y sin saber si la pieza tardaría en llegar y si no lo hacía tenía que pagarla y eran 70 Dólares más de lo que tenía en la cartera. Cuando terminé de escribir la última entrada en el blog, el hambre llamó a la puerta. No había comido absolutamente nada durante todo el día. El hambre. El hambre es oscuro y te hace agitar la boca, mordiendo la nada y desespera, enfada, volviendo violento a quien la padece. Abajo había un restaurante de comida rápida. Lo que más me gusta consumir de estos sitios es su wifi gratuito. Bajé después de una ducha caliente. Mi cuerpo parecía humear al chocar con el contraste de la temperatura. Mientras fijaba mi objetivo visualmente los dientes chirriaban entre sí. Mi objetivo no tenía pasa manos. Mi objetivo no me esperaba en el interior con una carta de menú y sus precios al lado. Mi objetivo era el contenedor de basura que había en la puerta. Metí la mano recién duchada y sin vergüenza buscando algo que echarme a la boca. No conseguía ver nada ni palpar nada que no fuese cartón y papel. Miré a mi alrededor pero nadie presenciaba la triste operación. Triste pero yo me empecé a reír viéndome desde fuera llegar tan bajo, pensando... "Esto si que va a ser comida basura... de verdad" Me reía por lo que estaba haciendo y disfrutando de aquella situación ya que la situación en general, era de auténtica aventura. No encontré nada, metí mi mano en el bolsillo y saqué un billete de 20 dólares de los 5 que tenía. Inevitablemente me acordé del dinero que se fue en cosas absurdas, pero por otro lado, que tanto había disfrutado por lo tanto no eran absurdas. Absurdo era mirar atrás... Eso era. Mirar atrás. ¿Para que?

 

Accedí y al negocio... fue como entrar en la propia papelera pero con luces, con un menú disponible y otros comiendo mierda... pero en ese momento, en mi mente, me encontraba en un restaurante de lujo low cost, estaba hambriento. Cogí un menú y me lo llevé a la habitación.

 

A la mañana siguiente, a las 7:30 llegó Jamie, el chico que me había invitado a la habitación y Manager de la tienda de Kawasaki. A ver como podía pagar la pieza, era la única cuestión que volaba mi cabeza. "Estamos haciendo todo lo posible para que la pieza llegue lo antes posible" Me comentaba mientras íbamos en su gran pick up a la tienda. "Por mi no te preocupes, no tengo prisa... ninguna prisa. Si la pieza llega el día 27, mejor que mejor porque sinceramente... no tengo dinero hasta ese día" Se quedó extrañado. No había visto viajar a muchos viajeros en moto, tirado de dinero y nunca en invierno. Rió y yo le acompañe. "Si te digo que no tengo dinero, créeme que no tengo. Ni una reserva ni nada que se le parezca. Tengo 90 Dólares para tirar toda la semana"

Jamie

Me interrumpió "Por cierto, anoche hablé con Mike, tu amigo de Couchsurfing, hoy te puedes quedar en su casa a dormir, te llevo luego... y la moto, no te preocupes, te la guardamos nosotros el tiempo que necesites y la pieza, si no tienes prisa estará para el día 30" Aquello fue música para mis oídos.

Mike

Me llevó a casa de Mike y este nos esperaba en un fuera de un coche en la puerta del domicilio en cuestión. Sonriente mientras estoy seguro que pensaba... Ahí viene el loco de la moto. Pasamos todas mis cosas al coche de Mike después de las presentaciones y risas. "¿Estas loco?" a lo que me he acostumbrado a decir "Yes picha, un poco". Me despedí de Jamie con un abrazo y quedando para el día 30. Mike me miraba mientras conducía el coche de su tía con dirección a la casa donde podría quedarme un par de noches. Al llegar a la casa, observo que la casa que se encuentra justo en frente, cruzando la calle, luce una bandera de España que hace de cortina.

Dejamos todas las cosas en la casa, que se encontraba completamente vacía, sin muebles pero con todo lo necesario para vivir un tipo que aprendió a hacer iglúes. Había cocina, ducha, electricidad y un frigorífico. Saqué mi saco de dormir y lo extendí en una de las habitaciones. En el trayecto, Mike rió mucho mientras le contaba mis batallas y los problemas de la moto. Conectamos directamente y creo que fue el motivo para decidir dejarme la casa para mi solo el tiempo que necesitase. De repente, pasé del inicio de la desesperación a tener un garage para mi moto y una casa para mí la cual, tenía un vecino con una bandera de España.

 

"Mike... ¿Sabes qué?... pues que voy a llamar a esa puerta" Y eso hicimos y Mike me acompaño. Llamé a la puerta y una chica abrió la puerta con cara asustadiza y algo extrañada mientras asomaba un poco su cabeza. En español le pregunté que si vivía algún español en la casa. Ella cambió el idioma y se sumó al mío "Sí, nosotros mi marido y yo" Le explique que yo también era español y que estaría en la casa de enfrente unos días. Ella abrió la puerta mientras llegaba el sonriente y nos invitaba a pasar. "¿Queréis tomar algo?" Pero andábamos justos ya que Mike tenía que trabajar llevando a sus pasajeros en su autobús por toda la ciudad. "¿Vienes a trabajar por aquí?" No, no... y le expliqué mi viaje. El gallego y el gaditano, por lo menos por la parte que me toca, me alegré muchísimo después de cerca de dos meses sin hablar español ni ver a un español. "Luego me paso y echamos un rato" Ellos tambien se estaban mudando al barrio y utilizaron la bandera de cortina.

 

Esa misma noche me invitaron a cenar. Fuimos a por materia prima al súper y celebramos que yo había conseguido llegar a Edmonton y ellos inauguraban su nueva casa. La excusa era perfecta y las ganas terribles.

 

La noche se volvió mágica por varios motivos siendo el primero lógico. Otro momento fue cuando el gallego sacó la gaita y nos deleitó magistralmente con aquella música mágica. Me acordé de mi amigo Roberto Naviera. La noche anterior no sabía donde iba a poner el huevo y ahora tenía una casa para mí, con mis llaves y mi cocina con unos vecinos, él español y ella, de 5 meses de Chile. Sí, está de cinco meses y le dije que sería un niño. Al día siguiente el médico lo confirmó.

Pablo y Carolina, que así se llaman me han invitado a dormir en su casa cuando lo necesite "¡Cruza la calle y vente!" me dicen a menudo.

La visita es como la pesca, que a los 4 días apesta y es por ello, que aunque tenga la casa, mañana he quedado con un tal David para dormir en su casa, aunque deje las cosas en casa de Mike, el cual me ha regalado un taco de billetes de bus y metro para poder moverme por la ciudad. Así no canso al personal, me muevo y aprovecho para conocer gente y otros lugares de la ciudad mientras pienso que ruta haré finalmente. Trascanadian o por Wayomin. Ya veré.

UN MILLÓN DE GRACIAS A JAMIE, MIKE, CAROLINA Y PABLO.

P.D Me he pelao con una maquinilla de afeitar

 

En la de la izquierda vivo yo

Muchas Gracias... Sois mi gasolina.

 

martes, 21 de enero de 2014

De Muncho Lake a Edmonton

 

Terminé de escribir la última entrada del Blog en aquél motel de carretera de Muncho Lake, la tablet sonó. Un mensaje. Era mi amigo Victor. En el momento que alcé la mano para recoger el artilugio, vi una revista que antes no había visto. Estaba entre montañas, quizás y según otros viajeros, de las más maravillosas del mundo, donde los animales son libres y los ríos preciosos y brillantes collares que lucen las señoras montañas. ¿Que hacía esa revista en la habitación número 4? El número 4. El numero de la casa que me vio crecer y nunca madurar. En un lugar como aquel, lo normal es que hubiese una revista de caza, de coches, de pick up. Lo normal hubiese sido que la revista tuviese como mucho un par de meses. Quizás un año. Pero no.

 

En la portada "El Monstruo de Jaw" Una ola gigante que me tuvo obsesionado en mi juventud. Una ola que si no recuerdo mal, aparece cada 30 años. Al mirar la fecha de la revista, esta era de 1998. ¿Por qué? Allí en medio de aquellas montañas, lejos de la costa, en la habitación 4, de un motel de carretera, mirándome a la cara esa revista, la cual fue impresa cuando yo tenía 18 años y soñaba con luchar contra el monstruo de Jaw algún día. ¿Causalidad? ¿Casualidad? O quizás mi verdadero monstruo eran esas montañas a las que me enfrentaba había empezado a enfrentar días antes. No lo sé. Quizás nunca sepa el significado, porque quizás no lo tenga. O sí. O incluso lo sé.

 

El día llegó alegre y luminoso, con temperaturas por encima de cero. Sólo tenía que hacer unos 280 kms hasta Fort Nelson, eso sí... entre gigantes montañas y un asfalto que estaba por definir. Con la subida de las temperaturas, el hielo llora y es destrozado por el paso de los camiones, dejando la belleza en tristeza. Esa tos. Esa tos nerviosa como cada mañana me volvió a recordar que era humano. "Atención" Y estuve de acuerdo. No paraba de sonreir y sabía que sería un día productivo aunque ya por la mañana no encontraba los guantes, que llevo dentro de los guantes. Así que me puse los grandes directamente y empecé a rodar.

 

El asfalto era un patatal y las montañas el Monstruo de Jaw. Una belleza a la cual no podía mostrarle mucha atención porque todos mis sentidos se encontraban a 30 metros al frente y de repente. Asfalto. Negro asfalto. Limpio y brillante por las últimas lágrimas del hielo... y abrí gas. Las montañas me envolvieron, el suelo era fiable. El paisaje. Los arboles se habían sacudido la noche anterior como un perro después de su ducha mostrando su color original. Un paisaje lleno de vida y un rio, que las altas temperaturas deja libre para que descienda portando con él algún que otro trozo de hielo que no se quiere rendir. Una curva y una recta. Sin frío... pero no duró. En la distancia vi que lo negro iba a terminar, me percaté que tampoco me sería posible frenar a tiempo... bajé dos marchas y toqué un poco ambos frenos, pero no fue suficiente. Entré en aquel patatal resbaladizo y lentamente abrí gas... salvé. Y ya me lo habían dicho antes... "Atento"

 

Atento y feliz llegué a Fort Nelson. Llegué a una gasolinera, paré la moto, llené el tanque y pregunté por un camping. Estaba a 2 kilómetros de por donde había venido. Fui a arrancar la moto... y esta no hizo ni "mu" No me lo podía creer o no me lo quería creer. Me ayudaron a empujar la moto y fui al camping. Ya había estado allí antes. Dormimos allí en mi último paso por aquella ciudad. Era muy diferente. La sensación de lugar abandonado era imposible de quitarla de la cabeza. Los arboles de hoja caduca habían perdido su frondosidad y se habían vuelto oscuros. La nieve y la hora los hacían más negros aún. Mil recuerdos vinieron a mi memoria. La tienda de campaña, comida del súper y 4 litros de vino que nos regalaron los vecinos sorprendidos al saber de nuestra ruta. Pero ahora aquello estaba en silencio. Sin niños corriendo ni desfiles en el baño. Por no haber no había ni mosquitos, ni bar, ni restaurante. Demasiados recuerdos. La moto no la pude parar, pero tampoco la podía oír. Aquel lugar me estaba haciendo daño. Bajé la cuesta que ahora era de hielo y aparqué frente a la puerta. Había gente dentro. Llamé y me invitaron a pasar. Les pregunté que si podía acampar y sorprendidos me dijeron que sí, el problema era la moto a la mañana siguiente... aquel lugar era horrible para empujar la moto por la mañana y también lo era para matar fantasmas. Una vez más huí.

 

Volví a la gasolinera. Le pregunté por el motel más barato de la ciudad y era justo el que se encontraba a las espaldas. El simpático hombre me preguntó por mi aventura y charlamos un rato. Un tipo genial. Saqué una de mis fotos y se la regalé, me pidió que se la firmara... al preguntarle el nombre, no lo entendí... la segunda vez tampoco, solo era capaz de oír "Wari" Para pasar el apuro le pregunté que si le podía poner Paco, que era más fácil para mí. Me lo deletreó y si no recuerdo mal, su nombre era Barrie. Fui al Motel que lo regentaba un chino. Lo recordé. Unos 55 Euros la habitación. Aquello me acortaba el presupuesto que ya de por sí estaba anémico, pero algo me susurró que me quedara. La moto estaba muerta. Totalmente muerta y sabía que aunque estuviese en un lugar cálido, que aquel no sería, esa moto no volvería a rugir a la mañana siguiente por mucho que la cargara. El problema era otro. No sabía cual, pero era otro diferente al frío ya que antes de llegar a Fort Nelson, me había dejado tirado en medio de la nada sin haber utilizado el traje.

 

Estaba en la habitación pensando. Aproveché para mandar solicitudes de sofá en Couchsurfing para Edmonton. La moto estaba en la puerta enchufada al cargador de batería. De nuevo esa voz interior que cuanto más viajas más audible es y tanto echas de menos en la monotonía de una vida confortable y diaria. Aun no sé si es de hombre o mujer, pero la puedo oír. "Ve a la gasolinera" Iba a coger la cámara, pero me dije que no. Cerré la puerta y me fui. Barrie me observó sin atuendos de un extraño motorista, los cuales son de un trabajador con un casco de moto de nieve, pero me reconoció. Le pregunté que si sabía donde podía guardar la moto ya que en la noche se preveían temperaturas de -11Cº. Llamo al Jefe pero fue en vano. Había comida en el posible lugar, volviéndolo imposible. Llamó a otro amigo, pero la tercera llamada fue la certera.

 

Kevin vino en el coche con su esposa. Llevé empujando la moto desde el motel a la gasolinera y a empujones la volvimos a arrancar. Creo que tengo grabada a mas de 10 personas que han empujado esa moto. Lo seguí y la metimos en su garage. No era cálido, me advirtió, pero mejor que en la calle, contesté.

 

A la mañana siguiente y después de pasar una noche jugando al trompo con mi cerebro, vinieron a por mi. Fuimos al garage, intentamos arrancar la moto, pero esta no hizo ni tan siquiera el amago. No me lo podía creer aunque ya lo había intuido antes. "Vamos a "Noric metalic" o algo así. Aquello me sonaba. Había estado allí en la primera panamericana y el dueño me ayudo a arreglar el freno. Intentamos arrancarla pero fue en vano, así que me empecé a empujar a una Chilitrini cansada de tanto trote. De repente y por sorpresa, veo por el reflejo de los espejos destellos azules y rojos. Era la policía. Paró su gran pick up tras de mi y me hizo viejo. Un Joven policía bajó del coche. Al ver su edad y su inocente cara le perdí el respeto por muy limpio que llevase el uniforme. Espero que no sea por exceso de velocidad, pensé. Puse la pata de cabra y lo miré sonriente... era la Policía y la policía viene del latín "Polis" Ciudad... personas que cuidan de la ciudadanía, de la ciudad... Quizás viene y me dice que gustosamente, meterá la moto dentro de la pick up y me llevará donde yo necesite... pero no fue exactamente así "No puedes empujar la moto por la carretera" A lo que directamente contesté... "Me encantaría volar, pero no puedo" Kevin vino al rescate y le explicó. "Entonces que la empuje por al acera" Mi ingles es una mierda y creí que no traduje bien. "¿Acera?" Miré a donde supuestamente había una acera y lo que había era un montón de nieve. Le iba a decir que la fuese limpiando mientras yo pasaba... pero dejé a Kevin que arreglara aquella cómica situación. Lógicamente el joven policía, persona antes que nada, estaba curioseando. Por mi parte, me dio un ataque de risa. Tenía los dedos dormidos mientras empujaba la moto con aquel fresquito y cien chistes sobre volaron mi cabeza.

 

Llegamos al taller y reconocí al chico pero el a mi no. Era el jefe con quien trate realmente la primera vez pero no se encontraba. Era sábado. Hicieron una carga de batería, arreglaron de una manera curiosa la suspensión delantera, con un papel, y no me cobraron nada. Alucinaban con el viaje que traía entre manos.

 

Kevin me dijo que si quería, ya que entre una cosa y otra llegó la una del medio día, me quedara en su casa a dormir y acepté sin pensármelo y eternamente agradecido. Su amable mujer, Pearl trajo comida y compartimos mesa y mantel. Pasamos la tarde viendo Titanic y un par de películas más. Había una Guitarra por allí, una Fender. Ella era la músico. Antaño, había compartido escenario con una gran Banda Canadiense.

 

Barrel y su chica, llegaron a la casa y estuvimos riéndonos un buen rato, contando batallas de mis viajes y ellos de sus vidas. Barrel, aquel tipo de barba blanca, manos tatuadas, ojos azules y risa contagiosa... había escrito unas 150 canciones para su banda... también era músico y su arte había llegado a rincones como Japón.

 

Llegó la mañana y con ella había que partir dirección Fort ST John. Kevin me regaló un llavero, unos guantes y sin darse cuenta su amistad. A Pearl le pasé el video de los Bufalos para que lo pudiese disfrutar cada vez que quisiera.

 

Arranqué la moto les dije adiós desde la incomodidad de mi montura y marché. Me habían tratado como a un hijo. Esas dos personas habían recogido un extraño de una gasolinera para meterlo en la intimidad de su casa. Estaba emocionado una vez más. Lo sé... pero quizás, nunca se sabe, a estas personas no las vuelvas a ver en mi vida. Es la parte más triste de viajar... las despedidas y son demasiada continuas y en mi caso, nunca me acostumbro a ellas.

 

La carretera se hizo negra y lo hizo para siempre. La carretera se amplió y la llanura con ella. Solo subí un poco pero nada de lo anterior. La velocidad controlada. . El sonido del viento que intenta inmiscuirse en el interior del casco como un niño pequeño que grita mientras sus padres debaten en tensión. Libertad. Las revoluciones a cuatro mil. Una moto. Tu y tu moto. Calor por dentro y frío fuera.... y así pasaron lo kilómetros tan rápidos... que decidí continuar. Necesitaba más y más. La suspensión saltaba, pero me daba igual porque la había controlado antes y ahora... solo era una recta infinita.

 

Llegué a Grande Prairie. Había hecho mucho más kilómetros de los que tenía pensado hacer, a la mañana siguiente solo tendría que hacer unos 480 kms y estaría en Edmonton, sin lugar definitivo aún pero me habían aceptado en algunas casas. La moto, definitivamente no volvería a encender por la mañana. No arrancaba. En el trayecto, paré en una gasolinera cuyo suelo era de hielo. La paré y no volvió vivir. Al empujarla para intentar arrancarla resbalé y la moto me cayó encima, retorciéndome mi rodilla derecha sin mayores consecuencia ya que directamente me puse hielo. (Cuñita de humor)

 

Tenía unos 200 Dólares, la moto debía dormir encerrada y hacerlo en el Bosque era una jilipollez de gran envergadura. Busqué el motel más barato de la ciudad y casualmente solo tenía una planta y casualmente estaba en la ruta y casualmente metí la moto en la habitación ayudado por un señor que me regaló unos lindos espaguetis, los cual cociné con mi súper cocina de explorador de los cojones y no me puse a cavar con la pala en medio del salón porque ya la había utilizado para hacer el iglú..

 

Sabía que por mucho cargador que pusiera, no cargaría, pero lo intenté en vano. Como un adolescente que vuelve a casa después de una larga noche de fiesta y drogas abrí la puerta por si habría algún testigo que me viese sacar la moto... y si que había. El jefe en el cristal, las de la limpieza y un cuervo que miraba desde uno de los tejados. Esperé el mejor momento para sacarla pero este nunca llegó ya que la moto no es precisamente un pokemon o una piedrecita en el zapato. No había nadie fuera y cuando estaba media moto fuera y yo maniobrando en la estrechez de la puerta para no arañar nada, salieron de limpiar un cuarto pillándome de lleno mientras el jefe miraba desde la cristalera con los brazos en jarra. "Good morning cabesa, good morning" y un par de sonrisitas en modo de bálsamo. ¿Has metido la moto dentro de la habítación? me pregunta la limpiadora mientras la rueda delantera se encontraba dentro y la trasera fuera... "Noooooooo!!!" Respondí "Esta es la nueva aspiradora" mientras meneaba la moto adelante y atrás haciendo el ruido con la boca. Ya me habían pillado y ya me daba igual... pero no... ya que tenían 100 Dólares de los 140 que me quedaban como depósito. La chica se acercó sonriente y vio que había colocado el plástico azul que llevo conmigo en el suelo para no manchar y que todo estaba perfecto. Intenté arrancar la moto a empujones pero fue inútil. Vi un chico y le pedí que me empujara y gracias a haber metido la moto la noche anterior en la habitación y al empujón... está arrancó. Monté las cosas y marché dirección Edmonton.

 

Llegué, tieso pero llegué. No me lo creía. Lo había conseguido después de tanto empujar la moto. Tenía un par de teléfonos y una idea mejor, quizás la más loca, pero era la que me susurraron. Busqué directamente un taller. Después de varias preguntas y tendiendo en cuenta que la ciudad, si he entendido bien tiene unos 9 millones de habitantes, como se dice en Cádiz... fue un Bastinazo encontrar la tienda tan rápido. Al entrar en la tienda la gente me miraba raro. ¿Será el casco? ¿El pelo? ¿La ropa en sí? No... Había llegado en moto. Les expliqué mi viaje pero no el dinero. Les dije que si podía dejar la moto al menos allí y que volvería cuando estuviese lista... pero mi sorpresa fue que a 20 minutos de cerrar, decidiesen meterle mano. "Mierda" No tenía dinero para pagar la cuenta. Sacaron la batería y comprobaron todo. Era algo nuevo. Era en lo que mi extensa literatura mecánica se denomina... "Un cacharro ajín, como cuadrao que parece una parrilla pero en chiquitito que está abajo der sillón y que es argo de electicidad como que regula ajín. ¿Sabeloquetedigo? po eso" El caso es que cuesta unos 170 Dólares. El chico fue a ver si lo tenía en Stock y yo crucé los dedos para que no fuese así. Ellos querían ser rápidos y eficaces para complacer a este triste viajero, lleno de mierda y con dos cebollas por sobacos el cual lleva desde fin de año con esos calzoncillos rojos erosionado a peos, con la esperanza de que algún día le de suerte. "Yes, i,am picha from Cadiz" Y la pieza no la tenían. ¿Tienes dónde dormir? Tengo un par de teléfonos. Ellos llamaron, uno no podía y el otro solo podía responder a mensajes porque se encontraba en el trabajo. Mark accedió, pero cuando mandó el mensaje ya estábamos en el coche dirección a cualquier lado charlando de divorcios, mujeres, que es realmente un problema y si la abuela fuma. Ya sabéis, cosas de hombres. El caso, que este chico, me ha dejado en un hotel cerca de su casa. "No te preocupes, yo pago el Hotel" ¿Dinero? No acepto dinero de gente, le expliqué. Es mi primera norma en los viajes.

Este hombre me has lavado hoy Mil Gracias

 

Y aquí estoy... de nuevo en un hotel y pensando como cojones voy a pagar 170 Dólares mañana, si llega la pieza... que ojalá no llegue hasta el día 27. Mañana y pasado por lo menos lo tengo arreglado con Mark, el siguiente puede que tambien y a partir del 23 también con otro Couchsurfer. Me siento feliz de haber llegado hasta Edmonton, que no es lo mismo ser de Edmonton que "Del monton" Poco a poco y con la sensación de que lo más bello a pasado... seguiremos con esta aventura.

Muchas gracias por estar ahí... SOIS MI GASOLINA!!!

 

jueves, 16 de enero de 2014

De Teslin a Muncho Lake

De Teslin salí dirección Watson Lake. Hacía frio, pero la moto encendió a la primera creando mi tranquilidad y la confianza en la misma. No eran demasiados kilómetros, 260 pero se hicieron eternos. Nevaba y a veces lo hacía acompañado de un viento bipolar. Su ira intentaba expulsarme de una carretera de la cual sólo él podía ser el dueño. Frías serpientes albinas reptaban por la carretera a mandos del aquel frío invisible. Todo parecía funcionar, menos mis manos. El no poder usar los puños calefactables hacía que cada kilómetro recorrido fuera una victoria. Cada vez había más y más nieve dándole voz a mi muda suspensión central, la cual hacía de mi moto, la imitación de un tío vivo, en los railes de una montaña rusa. Tenía que parar. Las manos me dolía y el dolor es una señal... mientras duelan, todo va bien, el problema es lo que ocurrió más adelante... dejé de sentirlas.

El paisaje real no puedo describirlo. No existía aquel frío día de invierno. Niebla, nieve y mas nieve otra vez. La carretera se perdió como lo hizo el primer día de mi viaje, pero ahora no tenía suspensión. Aquellos 260 kilómetros, en tiempo, fueron unas 8 horas. Busqué un camping en Watson Lake, pero ninguno estaba abierto. Fui a preguntar a la policía, pero los domingos no abrían. Tal cual lo cuento. Había un teléfono en la puerta con un listado de números por si alguien necesitaba algo o tenía alguna emergencia. Era de noche y me dije; Lo que me ahorré ayer lo gasto hoy... estaba reventado.

Pregunté en uno y cual fue mi sorpresa, que sólo costaba 67 Dólares Canadienses, unos 40€ calculados con las ganas de que no sea más. No tenían garage. Y desgraciadamente, al parar la moto... ya no quiso arrancar más. Psicológicamente de destruyó. De nuevo los problemas por el maldito frío o a saber qué. Nadie tenía la culpa de ello, no pude comprar una batería nueva en Whitehorse ni una suspensión nueva por falta de dinero. Quizás los que dijeron que en esas condiciones jamás llegaría, estaban ganando una partida dentro de mi cabeza. Metí las cosas en la habitación del hostal Andrea. "Ya se te ocurrirá algo" me susurró. Sonreí. Dejé la moto cargando la batería y bajé, ya duchado a las 3 horas.

La moto no hizo ni el amago de arrancar. estaba claro que el cargador no ejercía como tal a esas bajas temperaturas que tampoco eran escandalosas, -20 Cº. Me subí a la habitación mientras pensaba en un plan. Sobre las 23:30 bajé a la recepción y ya habían cambiado el turno. Había un señor mayor, con gafas de pasta y piel blanquecina. Bastante mayor. Hablé con el y le pedí que por favor tuviese la amabilidad de dejarme meter la moto dentro y que a la hora que el quisiera, yo bajaba a sacarla. Accedió y mi felicidad con él. Mil veces les di las gracias sin saber aún, si la moto arrancaría o no a la mañana siguiente. Metí la moto y a las 5 de la mañana sonó el teléfono, transformando un día de viaje a uno laboral. Me retumbó el celebro, me dijo a las 6, pero una hora antes ya llamaba el señor. Quizás y no me extraña, se estaba jugando el trabajo y no eran edades para eso. La sacamos... y la moto rugió como si fuese nueva a mis oídos a lata vieja para el anciano.

Yo había dormido 4 horas y estaba muerto. El tiempo amenazaba nevada y de nuevo aquel susurro. "Quedate" Justo en ese momento, mientras me debatía entre el pronóstico del tiempo, que hacer con la moto y el dinero... llegó Rick... Lo había conocido el día antes. ¿Vas a salir con este tiempo? No lo sé... el problema es que hago con la moto...¿Sígueme? y eso hice. A un Kilómetro estaba su garage. Dejamos la moto en un lugar seguro y lo más importante... cálido, recibiendo energía en aquella batería.


Aquello se convirtió en una pequeña revolución en el pueblo. "The Crazy Biker" "Hardcore Biker" eran algunas de las maneras de identificar a ese español que paseaba por la única calle de la ciudad hablándole gilipolleces a una pequeña cámara que siempre llevaba con él.

Entraba en el único supermercado para tomar un café y así disfrutar del pequeño paseo desde el Hotel o Motel, que aún no tengo claro que es lo que era.

Me enseñaron curiosidades como que una mujer, si quería ir a una peluquería para hacerse algo especial en el pelo, tenían que viajar a Whitehorse, que ese encontraba a cerca de 450 kilómetros.

Tenía ganas de moverme. Muchas y es que el peor de mis enemigos es lidiar conmigo mismo demasiado tiempo en un lugar concreto, matando fantasmas del pasado y con esa depresión que de por sí las escasas horas de luz provoca inevitablemente.

Quería huir de allí lo antes posible pero el siguiente día no sería mejor respecto a la climatología. El susurro volvió... "lo sé, pero espera y vuelve a aprender" y eso hice... y menos mal, la carretera se encontraba en tan mal estado, que algunos coche tuvieron que volverse.

Llegó el día de partir después de mi acomodación en el Andrea. Me levanté muy temprano y fui por la moto al garage caminando antes de que el Sol fuese testigo de ello. Arrancó sin problemas volví al hotel y rápidamente lo preparé todo. Destino Muncho Like a unos 280 kms pero la carretera por lo visto, era aún peor que lo acontecido.

Zona montañosa con tramos con demasiada nieve y una moto que no se dejaba domesticar. Loca a veces pegando cabezazos y coletazos. No nevaba ni hacía mucho frío. Nada de frío realmente. Fue maravilloso. Los búfalos corrían junto a mi haciendo que todo sufrimiento quedara olvidado. Que aquellos fantasmas se quedaran en la habitación del Andrea y con una sensación de felicidad que hacía tiempo que no sentía. Reía. Y esa presión bajo la mandíbula justo bajo las muelas del juicio haciéndome explotar de emoción. Ojalá este video os acerque a lo que sentí. Fue increíble.

 

En Muncho Lake hay dos hoteles abiertos en invierno, viniendo desde Watson Lake hay uno muy grande a la izquierda y un poco mas adelante, pasando el congelado lago, está el Jack´s Place. El primero, 160 Dolares... imposible en mi viaje y el otro 106 Dólares, que tambien es imposible en mi viaje. Así que le pregunté al chico del Jack´s Palace que si podía poner la tienda de campaña, después de 3 dias pagando... las cuentas no salían, aunque las cuentas no salían desde que salí de España.

Me dejó poner la tienda de campaña detrás del motel junto a unos pinos cuya nieve le había tapado los zapatos y quizás hasta la parte baja de una invisible corbata. Había un surco creado por una máquina quitanieves, creando un carril inútil a la la nada. Saqué la pala y fue inútil... una base de hielo impediría clavar las piquetas de la tienda. Aproveché la altura del surco para hacerme un pequeño iglú, sabiendo gracias a mi amigo El Jason de Fairbanks, que la nieve es aislante. Cavé y lo más profundo lo hice con mis propios pies. Coloqué el plástico aislante en el suelo y la misma nieve que caía encima de el, me facilitaba para sacarla al exterior. Y allí dormí.

 

La luna estaba de nueve meses y la noche blanca. El viento soplaba con fuerza haciendo los arboles silbar mientras un extraño silencio con forma de aguja señalaba un punto concreto y claro, en el interior de mi cabeza. Respiro. Estoy cansado sin saber realmente de qué. Por mi cabeza pasan todos esos comentarios de extraños camioneros. "Nunca he visto nada igual" "lo que estas haciendo, es muy grande" "increíble" dice el que me ve "imposible" el que apuesta desde la distancia. "Lo estoy haciendo" me digo yo encerrado en aquel pequeño iglú que acabó de construir. "¿Por qué?" Esos mensajes privados y públicos que llegan desde la magia de internet dándome las gracias por compartir mi viaje. No puedo evitar emocionarme una vez más. "Bendita locura" dicen unos, loco de mierda callarán otros. ¿Es importante llegar? Ahora más que nunca creo que sí. ¿Por qué? Porque aún no he encontrado lo que busco. ¿Qué buscas?... Y me quedé dormido, mientras aquella luna de nueve meses observaba a eso loco dormir mientras los árboles silbaban una melodía inexistente.

 

Al siguiente día empezó a llover. En el comedor me invitaban a desayunar. "Apreció lo que haces" Lo agradecí. Les conté mi historia reconociendo con cierto dolor, pero ya aceptando, que la vuelta fue con una ex. Siempre la misma broma "Demasiado tiempo juntos ¿No?" A lo que sonrió para evitar explicaciones para quitarle la razón. Nunca fue demasiado y total... Ya pasó.

"Y ahora Alaska New York en invierno" Conversación zanjada.

La lluvia no iba a cesar, la temperatura subió a 7 grados y dormir en un iglú sería como dormir en una piscina helada. Las carreteras se vuelven intransitables y resbaladizas mientras esas gotas se solidificarían en el casco prácticamente al contacto con el mismo. Pague la habitación número 4 y aquí me encuentro. Escribiendo estas estúpidas letras que a veces carecen de sentido. Compartiendo o quizás desahogando lo ahogado. Buscando lo que la luna sabe y que aún no encuentro.

 

Una cosa más. SOIS MI GASOLINA