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sábado, 14 de diciembre de 2013

El viajero sin viaje

De vuelta a Anchorage




Aquí vivo con Martin y su maravillosa familia. La casa está a las afuera de la ciudad y eso hace que pase demasiado tiempo pensando. Dispongo de una casita para mi solo donde duermo cada noche junto a una sencilla chimenea que funciona a gas. Una casita donde el silencio por las noches es ensordecedor y donde lleno mi cama de hijos, familia y ella. A la que le escribo todas las noches un poema que quizán nunca le entregue. La casa está a las afueras de la ciudad y ello hace imposible mi total independencia sintiendo que ya empiezo a molestar y no por que ellos me lo hagan sentir así, es porque cada vez que necesito ir al centro Martin con toda su buena voluntad se presta a ello, pero hay cosas de las que no se pueden abusar.
Ayudo en lo que puedo a esta familia; quito la nieve de los porches principalmente. No hay otra cosa que yo puedo hacer, tan solo pensar y pensar. Llegando a veces a un estado de autodestrucción bastante peligroso. Mirando demasiadas veces atrás castigándome por unos errores que quizás no lleven mi sello. Veo novato la hipnótica nieve caer mientras las risas de una familia perfecta aúllan desde el interior. ¿Tendré algún dia una familia así en la que mi papel sea el padre? ¿Que habrá sido de Sofía? ¿Realmente quiero estar como estoy? ¿me siento completo?... y decenas de preguntas más que automáticamente son respondidas; Jamás, en tu cabeza, depende de ti, tu sabrás...
Quiero viajar y ahora mismo no lo estoy haciendo. Todo son interrogantes, inconvenientes, adaptaciones pero siempre en el mismo sitio. Eso no es viajar. Mato el tiempo leyendo un libro que no entiendo. Conectado a internet demasiado tiempo sin hacer nada productivo.
La moto puede que se retrase aún más de lo esperado... sí, aún más, pudiéndose retrasar la salida hasta el veintitantos de este nevoso mes de diciembre. El alternador se hace de rogar y el transporte por lo visto aquí no es fácil.
El tema de la casa y del trabajo en Fairbanks queda descartado, no con ello que vuelva allí para pasar unos días con Jasón y continuar mi ruta de nuevo al sur, dirección Canadá. Creo y digo creo porque voy improvisando sobre la marcha, que cruzaré el país canadiense en diagonal. Es más caro el país, pero llevo la tienda de campaña para usarla y ahorrarme los hoteles, es una ruta nueva para mi y aunque sea la más corta tambien es la más fría y peligrosa.

Así se siente un viajero que no puede viajar. Un viajero estancado en un lugar maravilloso con unas maletas llenas de ropa, alguna que otra herramienta y demasiada nostalgia.
medio en pelotas ante la realidad
¡¡Podemos hacerlo!!

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